Las otitis suelen ser más frecuentes en los niños que en los adultos, predominando durante el invierno las llamadas otitis medias, y en el verano las otitis externas.

El oído es el órgano sensorial del equilibrio y de la audición. Se divide en tres partes:

El oído externo comprende la oreja o pabellón auditivo, que sirve para canalizar el sonido; el conducto auditivo externo, que contiene pelos gruesos y glándulas sebáceas que segregan cera para prevenir la entrada de polvo y objetos extraños en el oído; y la membrana del tímpano, que separa el oído externo del oído medio y recoge las vibraciones que se trasmiten por el aire hasta ella.

En el oído medio se encuentran tres minúsculos huesecillos: el martillo, el yunque y el estribo, que trasmiten y amplifican los movimientos de la membrana timpánica hasta la ventana oval, que es otra membrana que comunica con el oído interno. Esta cavidad asimismo está conectada a la parte posterior de la garganta por la trompa de Eustaquio.

El oído interno contiene la cóclea o caracol, que es el órgano de la audición. Se encarga de transformar las vibraciones mecánicas en impulsos eléctricos que se envían al cerebro, y permiten que podamos escuchar los sonidos. Igualmente se encuentra localizado aquí el sistema vestibular, que controla el equilibrio

Las otitis pueden ser de tres tipos: otitis externa, otitis media y otitis interna, aunque esta última es muy rara y más grave, y ocurre fundamentalmente como extensión de una otitis media no tratada.

Otitis externa

Durante las vacaciones escolares del verano es típico ir a la piscina a nadar, y muchos niños sufren la llamada otitis del nadador. Se trata de una infección del canal auditivo externo, causada frecuentemente por la presencia de humedad, tal como el agua de la piscina, aunque a veces aparece por rascarse o por la inserción de objetos como bastoncillos o tapones en el conducto auditivo. Todo ello predispone a la infección por bacterias (pseudomonas y estreptococos) u hongos. Los síntomas son: dolor que aumenta con la masticación y al presionar la oreja, picor, sensación de taponamiento y a veces pérdida de audición. El médico suele recetar antiinflamatorios y antibióticos por vía local (gotas en los oídos) y según la importancia de la infección también por vía oral.

En individuos propensos se recomienda evitar la entrada de agua a los oídos durante el baño, mover la cabeza hasta que salga el agua de los oídos si es que ha entrado, y secar bien los oídos. Hay que evitar usar jabón en el interior de la oreja, pues el oído es un órgano que se limpia solo.

A veces la cera se acumula e interfiere con la audición. No se deben usar bastoncillos para intentar extraerla, pues podemos comprimir aun más la cera acumulada y lo que es peor, podemos provocar lesiones en el tímpano. Lo mejor es ablandar la cera con unas gotitas de aceite de oliva o aceite de almendras caliente, y dejar que los pelitos del conducto auditivo la vayan sacando. En casos en que la cera esté muy dura el médico puede extraerla con una jeringuilla.

Otitis media

Los niños son los más propensos a sufrir inflamaciones del oído durante los catarros de las vías altas propios del invierno, debido a que la trompa de Eustaquio, que comunica el oído con la garganta y sirve para compensar las presiones del interior del oído con el exterior, en ellos es muy corta y tiene una disposición casi horizontal. Al crecer, este conducto se alargará, estrechándose y cambiando de orientación, por lo que en los adultos entre garganta y oído hay una mayor separación.

Como consecuencia del exceso de mucosidad nasal de un resfriado, parte de esta mucosidad se puede extender en los niños por la trompa de Eustaquio hasta el oído medio, rellenando la cavidad donde están los huesecillos, lugar donde normalmente sólo hay aire, y presionando la membrana timpánica. El dolor es el síntoma más evidente, el niño se toquetea la oreja y se manifiesta irritado. Suele afectar a un solo oído, y conlleva pérdida de audición, ya que al estar tensa la membrana timpánica no puede transmitir bien las vibraciones. Normalmente esta mucosidad se reabsorbe por sí sola a los pocos días, pero pese a no ser peligrosa, si no se trata puede transformarse en una otitis crónica. El tratamiento es a base de analgésicos, como la aspirina o el paracetamol, antibióticos y antiinflamatorios.

En otros casos la otitis media es supurada, es decir que además de la mucosidad viajan por la trompa de Eustaquio bacterias como los estreptococos, que producen pus y provocan fiebre. Según evolucione, puede ser necesario el drenaje quirúrgico del tímpano, en la que el médico hará una pequeña incisión para extraer ese pus hacia el exterior.

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