Desgarros, torceduras, tendinitis, dislocaciones y fracturas son los problemas con los que podemos encontrarnos cuando practicamos deporte y no tenemos una buena forma física o realizamos ejercicios demasiado bruscos. Se recomienda siempre cuando se va a iniciar un deporte después de un tiempo de vida sedentaria, el hacerlo gradualmente, para que el cuerpo se vaya aclimatando, sin realizar excesos que son los que producen las lesiones y que además pueden crear en el cuerpo un rechazo posterior a cualquier tipo de esfuerzo físico. Asimismo, antes de cada sesión hay que llevar a cabo un calentamiento muscular, para tonificar los músculos, y al final de la misma, un estiramiento, para que éstos no queden contraídos.

El aparato locomotor está formado fundamentalmente por huesos, que son el soporte estructural del cuerpo, músculos que ponen en movimiento esos huesos y ligamentos que protegen y limitan las articulaciones de los huesos entre sí. Alrededor de las articulaciones se insertan los músculos al hueso por medio de tendones.

La mayoría de las lesiones surgen bien por un traumatismo (golpe, caída...), por sobrecarga de una extremidad, o por adquirir malas posturas. Según a qué estructura del aparato locomotor afecte (músculos, tendones, huesos o ligamentos) recibe un nombre u otro, aunque en un primer momento pueda resultar difícil saber de cual se trata, ya que en todos los casos, las partes dañadas sufren inflamaciones y cursan con dolor y rigidez, lo que dificulta su movimiento. Casi todas estas lesiones son de carácter leve, pero si no se tratan adecuadamente pueden curar mal y hacerse crónicas o comprometer posteriormente el movimiento de una articulación.

Lesiones musculares

Los romanos, en su afán pedagógico, a las estructuras que accionaban el movimiento del cuerpo les llamaron musculus («ratoncito» en latín), por parecerse a pequeños ratoncillos que corrían bajo la piel. Cuando un  músculo realiza inesperadamente un trabajo excesivo o un movimiento inadecuado que sobrepasa su capacidad de resistencia generalmente o se distiende o se desgarra. Es lo que comúnmente se conoce como tirón. Esta lesión se manifiesta por un dolor agudo y va acompañada por una ligera hinchazón. Según su intensidad puede dar lugar a una hemorragia interna y a la aparición de un moratón. El tratamiento consiste en aplicar frío para producir la constricción de los vasos sanguíneos y en comprimir el músculo mediante un vendaje fuerte para impedir la inflamación. El músculo debe mantenerse en reposo hasta su recuperación.

Esguinces

Es el resultado del movimiento brusco de una articulación que produce una distensión, desgarro o rotura de los ligamentos que la integran. La causa más frecuente es una torcedura, como en el caso de esguince de tobillo, por doblar mal el pie al caer después de un salto o al dar un traspiés. El principal síntoma que acompaña a un esguince es el dolor de la zona afectada, que a veces es inmediato y otras veces aparece horas después del ejercicio. Junto con el dolor suele aparecer la inflamación, observándose hinchazón, edema y a veces también un hematoma. El tratamiento consiste en la aplicación de frío, un vendaje elástico compresivo y su inmovilización.

Tendinitis

Es la inflamación de un tendón.  Las causas suelen ser sobreesfuerzo, ejercicio incorrecto o roce mantenido, como en el caso de los zapatos. Además del dolor y la inflamación, la piel suele estar algo hinchada, roja y caliente, en especial si son tendones superficiales como el tendón del talón de Aquiles.

El tratamiento consiste en el reposo de la zona afectada, aplicación de hielo al principio de la aparición de los síntomas y de calor en días posteriores, antiinflamatorios no esteroideos, como el ibuprofeno o la aspirina, y fisioterapia de recuperación una vez que ha desaparecido el dolor.

Luxaciones

Suponen una agresión mayor sobre la articulación y el resultado es que el hueso se sale de su sitio. Esta dislocación suele estar provocada por un golpe violento o un movimiento forzado. Hay articulaciones que por su menor estabilidad, son más propensas a las luxaciones, como las de dedos, codos y hombros. El primer síntoma que aparece es un dolor intenso, que provoca una incapacidad casi total de realizar movimientos, y el segundo la deformidad, puesto que hay un hueso desplazado de su lugar. El tratamiento consiste en encajar de nuevo el hueso mediante maniobras especiales que sólo debe realizarlas un especialista médico. Es necesario que esto se lleve a cabo tan pronto sea posible, ya que con el paso de las horas los tendones y ligamentos suelen contraerse, y la maniobra es más dificultosa. A continuación se procederá a la inmovilización de la parte afectada para que los ligamentos lesionados cicatricen.

Fracturas

Se trata de la rotura de un hueso. Con más frecuencia suele ser sólo una fisura, es decir, un resquebrajamiento parcial del hueso. Los síntomas son dolor intenso, y una sensación desagradable de angustia, palidez y sudor frío. Luego se produce una hinchazón. Las fracturas deben ser tratadas cuanto antes por un traumatólogo, porque el cuerpo empieza a soldar la rotura desde el primer momento, y si las dos partes no están bien colocadas se soldarán mal. Luego hay que inmovilizar la fractura, por medio de un entablillado o escayola o mediante cirugía con clavos o placas que fijen con fuerza las porciones separadas. Se realizará también un tratamiento analgésico y antiinflamatorio, ya que el hueso es una estructura muy dolorosa.

 

 

 

 

 

 

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