La hipertensión arterial es una enfermedad moderna, desconocida en el Tercer Mundo, característica de países desarrollados y relacionada con estilos de vida propios de la sociedad actual. Se calcula que afecta a uno de cada cinco adultos europeos y a más de la mitad de los mayores de 65 años. La mayoría de las personas con tensión alta no presenta síntomas. Por eso, aquellos de nosotros que sabemos que tendemos a tener la tensión alta, por nuestra historia familiar o porque nos la hemos medido en repetidas ocasiones y siempre ronda los valores máximos, debemos conocer los peligros que entraña y las pequeñas acciones conducentes a prevenirla.

La hipertensión no es una enfermedad en el sentido habitual de la palabra, pero puede dar lugar a complicaciones cuando no está bien controlada: es muy dañina para las arterias y puede causar arterioesclerosis, insuficiencia renal, infarto de miocardio o hemorragia cerebral.

En términos generales, un individuo joven debe tener un valor de presión arterial (expresada en milímetros de mercurio) menor o igual a 100 más la cifra de su edad. Si por ejemplo tiene 25 años será de 125 (0 12.5).

Cuando decimos que un individuo posee una presión de 15 queremos indicar que la sangre empuja la pared de las arterias con una fuerza comparable a la presión que ejercería una columna de mercurio de 15 cms de altura. Pero la presión no es constante sino que cuando el corazón se contrae e impulsa la sangre (sístole) la presión arterial es máxima, mientras que cuando se dilata y por consiguiente no impulsa la sangre (diástole) entonces la presión de las arterias es mínima. La presión mínima deberá ser en números redondos la mítad de la presión máxima  añadiéndole un centímetro. Si ésta es 15, la mínima deberá ser 8.5 cms. Se considera que una persona es hipertensa cuando la presión mínima está por encima de los valores 9 - 9.5. A las personas con tensión descompensada, esto es, con una de las dos tensiones elevadas también se las considera hipertensas.

En el 95% de las personas hipertensas no hay una causa identificable, y se habla entonces de hipertensión esencial. En el otro 5% la  hipertensión puede estar producida por enfermedades renales, endocrinas, cerebrales, o bien por embarazo o medicación, como el uso de píldoras anticonceptivas o esteroides.

El tratamiento más adecuado para un hipertenso es reducir la ingesta de sal, controlar el sobrepeso, llevar una dieta pobre en grasas y azúcares o hidratos de carbono, reducir el nivel de estrés, el consumo de alcohol, tabaco y café, y practicar ejercicio físico. Si estas medidas no son suficientes se acompañarán de medicamentos, siempre bajo prescripción médica. Los principales fármacos hipotensores son:

-        Diuréticos: eliminan agua y sodio por la orina, con lo que disminuyen el volumen de líquidos circulante.

-        Betabloqueantes: disminuyen las pulsaciones y la contractibilidad del corazón.

-        Vasodilatadores: Disminuyen el tono muscular de los vasos sanguíneos y las resistencias periféricas.

-        Como remedios naturales se recomiendan infusiones y/o cápsulas de espino blanco, olivo, cola de caballo, muérdago y ajo.

Controlar la hipertensión requiere modificar los hábitos de vida. No se trata de bajar momentánea y bruscamente el nivel de presión arterial, pues ello podría comprometer bastante la circulación sanguínea, sino de que baje lentamente alejándolo de forma definitiva de las cifras excesivamente altas.

 

Síntomas complementarios de hipertensión:

-        dolor de cabeza (por la mañana con mayor frecuencia)

-        ruidos en los oídos

-        sensación de mareo

-        hemorragias nasales

-        alteraciones visuales

-        palpitaciones

Los factores que influyen en la hipertensión son:

-        Edad: conforme pasan los años disminuye la elasticidad de las arterias del organismo.

-        Sexo: es más frecuente en el hombre, por debajo de los 50 años. Pasados los 50, es más frecuente en la mujer, debido a la menopausia.

-        Herencia: existe una predisposición genética

-        Obesidad: las personas con sobrepeso tienden a presentar una tensión arterial elevada, sobre todo las que tienen obesidad abdominal.

-        Vida sedentaria: la buena condición física ayuda a prevenir la hipertensión. Además, los hábitos sedentarios facilitan el sobrepeso. Por ello es recomendable andar, nadar y montar en bici.

-        Estrés: La ansiedad, las emociones y preocupaciones hacen subir la tensión arterial.

-        Alcohol: El consumo elevado incrementa la presión arterial; también de sal, azúcar, tabaco y estimulantes (café, té, etc).

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