Muchas de las funciones del organismo, especialmente las metabólicas y las del crecimiento están reguladas por una serie de sustancias químicas, a las que se llama hormonas, producidas o segregadas por órganos especiales llamados glándulas endocrinas. Estas glándulas vierten las hormonas al torrente circulatorio, de aquí su nombre de endocrinas, distinguiéndolas de otras glándulas, exocrinas, que vierten sus productos al exterior, como las glándulas sudoríparas de la piel o las salivales. La mayoría de las glándulas endocrinas están reguladas por la hipófisis, quien a su vez está regulada por el hipotálamo. Este sistema de control es tan fino que las distintas enfermedades endocrinas están producidas por pequeñas variaciones en los niveles de actividad de las glándulas, por hiperfunción (exceso de actividad) o hipofunción (actividad insuficiente).

El hipotálamo es una estructura muy importante del cerebro que se encarga de la homeostasis interna, es decir, del mantenimiento de una serie de parámetros más o menos constantes en el interior del organismo. Por ejemplo, participa en la regulación de la temperatura corporal, en la regulación del balance hídrico, en el balance energético, en la regulación de la presión sanguínea, en el ritmo cardiaco, en la actividad gastrointestinal, en los ciclos de fertilidad sexual y en manifestaciones relacionadas con la conducta. El hipotálamo está conectado a la hipófisis a través de un tallo nervioso y la regula por medio de seis hormonas llamadas liberadoras y otras tres, llamadas inhibidoras.

La hipófisis (o glándula pituitaria) tiene el tamaño de un hueso de cereza, y está situada en la cara inferior del cerebro, debajo del hipotálamo y en el interior de la llamada silla turca, estructura ósea que corresponde a la parte central del hueso esfenoides. Tiene dos partes bien diferenciadas, el lóbulo anterior y el posterior. En el lóbulo anterior, o adenohipófisis, se producen una serie de hormonas estimuladoras o activadoras del resto de glándulas endocrinas. Así tenemos (1) la ACTH u hormona estimulante de la corteza suprarrenal; (2) el TSH, que estimula la glándula tiroides; (3) el STH u hormona del crecimiento, que favorece el crecimiento general mediante el estímulo de la síntesis de proteínas y mediante la diferenciación y reproducción celulares; (4) la hormona estimulante de los melanocitos, que preside la pigmentación de la piel y otros órganos; y (5) las hormonas gonadotróficas, FSH y LH,  que estimulan a los ovarios o testículos para que completen el desarrollo de óvulos y espermatozoides y para que segreguen estrógenos o andrógenos, respectivamente.

En el lóbulo posterior o neurohipófisis, se produce (6) la oxitocina, que favorece las contracciones del útero en el momento del parto y participa, junto con la prolactina, en el proceso de la lactancia, y (7) la hormona antidiurética (ADH) o vasopresina, cuya misión es regular el metabolismo del agua, para lo cual incrementa la reabsorción de agua en los túbulos de las nefronas del riñón. Así se origina una orina más concentrada y aparece la sensación de sed.

Además de la hipófisis, el sistema endocrino lo integran las siguientes glándulas:

Ø  El tiroides, situado en el cuello, por delante de la laringe. Segrega las hormonas tiroxina y triyodotironina, que aumentan el consumo de oxígeno y estimulan la tasa de actividad metabólica, regulan el crecimiento y la maduración de los tejidos del organismo y actúan sobre el estado de alerta físico y mental. Estas hormonas contienen yodo, por eso cuando la dieta no aporta la cantidad necesaria el tiroides crece desmesuradamente y forma lo que se conoce como bocio.

Ø  Junto con el tiroides se sitúan cuatro pequeñas glándulas, las paratiroides, encargadas de regular el metabolismo mineral del organismo a través de la hormona paratiroidea, en especial el de calcio y fósforo.

Ø  El páncreas tiene dos estructuras distintas: la exocrina, aneja al aparato digestivo y productora de enzimas que se vierten al duodeno y ayudan en la digestión, y la endocrina, situada en los islotes pancreáticos, que produce insulina y glucagón. Ambas hormonas regulan el metabolismo de los hidratos de carbono.

Ø  En las glándulas suprarrenales colocadas sobre el riñón a modo de gorro frigio, se observan dos partes bien definidas, la médula y la corteza. La médula suprarrenal segrega adrenalina, hormona que regula el tono de los vasos sanguíneos. La corteza suprarrenal segrega una multitud de hormonas y derivados hormonales, todos ellos más o menos relacionados con la cortisona, actuando en dos frentes: sobre los hidratos de carbono, con las hormonas glucocorticoides, que tienen un efecto además protector de las reacciones alérgicas e inflamatorias, y sobre el metabolismo mineral, con las hormonas mineralcorticoides.

Ø  Las gónadas, ovarios y testículos, segregan respectivamente hormonas femeninas (estrógenos y progesterona) o masculinas (testosterona), que producen los llamados caracteres sexuales secundarios, es decir, en el hombre la voz grave, el vello del cuerpo, la barba, la complexión recia, y en la mujer el desarrollo del pecho, la pelvis ancha, la abundancia de tejido adiposo, la laringe más pequeña o el menor tamaño corporal.

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