En el hombre, el aparato reproductor está estrechamente relacionado con el aparato urinario, ya que ambos comparten un mismo conducto, la uretra, para expulsar la orina o el semen. De ahí que los problemas de próstata se manifiesten con síntomas urinarios. La próstata es una pequeña glándula sexual, formada por músculo liso y tejido glandular, del tamaño de una nuez, localizada debajo de la vejiga urinaria, rodeando a la uretra (el tubo que lleva la orina desde la vejiga al exterior). Su principal función es producir un líquido alcalino nutritivo que acompaña a los espermatozoides. Durante la eyaculación, las contracciones musculares exprimen el líquido de la próstata dentro de la uretra y luego al exterior.

Cuando hablamos de que alguien está mal de la próstata normalmente nos referimos a que tiene una hiperplasia benigna prostática (HBP), es decir, un agrandamiento de la próstata, debido a un crecimiento paulatino de esta glándula que se produce de forma natural en los hombres al alcanzar la edad madura. Como su misma definición indica, la hiperplasia es un fenómeno de naturaleza benigna, es decir que no tiene relación con el cáncer de próstata, otra enfermedad que también puede aparecer sobre todo en la tercera edad,  y cuyos síntomas iniciales son similares.

Una tercera complicación, más frecuente en hombres jóvenes, es la prostatitis, que consiste en una inflamación de la próstata, que puede ser de origen infeccioso (provocada por bacterias) o no. Cuando no es infecciosa se denomina prostatodinia, y la mayoría de las veces es debida al estrés, la ansiedad o la depresión. Además de las molestias urinarias, las prostatitis se manifiestan por dolor en la región genital y en la espalda, y en ocasiones, fiebre, dolor durante la eyaculación y presencia de sangre en el semen. Para el diagnóstico de la prostatitis se recurre generalmente a una ecografía prostática o a un TAC, y el tratamiento consiste en tomar antiinflamatorios y, en su caso, antibióticos.

En la hiperplasia benigna prostática, el  aumento de la próstata va oprimiendo gradualmente la uretra, al estar situada a su alrededor, y por tanto, se produce una dificultad para orinar. Los síntomas más importantes son:

- chorro urinario débil
- sensación de evacuación incompleta de la vejiga
- dificultad para iniciar la micción
- micción muy frecuente
- urgencia o dificultad para aguantar la orina
- despertarse frecuentemente en la noche para orinar
- chorro de orina intermitente, a cuentagotas

En el estado inicial de crecimiento prostático, el músculo de la vejiga es capaz de forzar la orina a través de la uretra obstruida, realizando una contracción más poderosa. Es así que gradualmente este músculo se hace más fuerte, grueso y sensitivo, lo cual provoca la necesidad de orinar frecuentemente. En algunos casos, el crecimiento prostático progresa hasta que la vejiga no puede vencer la obstrucción y no se desocupa completamente. Esto produce grave riesgo de infección bacteriana, que se traduce en ardor y dolor durante la micción. En algunos hombres, la obstrucción prostática puede llevar a infecciones repetidas del tracto urinario, a una imposibilidad repentina para orinar (retención urinaria aguda) y a un progresivo daño renal, por una alteración seria del funcionamiento de los riñones.

Hay tres tipos principales de tratamientos desarrollados para mejorar la obstrucción del flujo urinario causada por hiperplasia prostática benigna. Los medicamentos alfa bloqueadores (como la alfuzosina, doxazosina, tamsulosina o terazosina) relajan el tejido muscular de la glándula prostática, que así no comprime tanto a la uretra. Los medicamentos inhibidores de alfa reductasa (como el finasteride) detienen el crecimiento de la próstata, al bloquear la producción de la hormona dihidrotestosterona, que es la hormona implicada en su crecimiento, aunque pueden afectar a la libido y la potencia sexual. Y la fitoterapia utiliza algunas hierbas que pueden suponer una mejora en la hiperplasia y las prostatitis, y otras con propiedades diuréticas. Si es necesaria una intervención, el procedimiento quirúrgico más frecuente es la resección transuretral de la próstata (RTUP), en el cual se utiliza un instrumento que se pasa a través de la uretra para cortar la parte obstructiva de la próstata. Recientemente se está empleando también el láser. En otro casos está indicada la cirugía abierta, especialmente cuando la próstata es muy grande.

Es recomendable que todos los hombres mayores de 50 años se hagan un examen prostático anual, en el cual el médico además de analizar la historia médica, puede realizar pruebas como una ecografía, un estudio del flujo urinario, que mide la velocidad con que sale la orina de la vejiga y es de utilidad para valorar el grado de obstrucción, y también un análisis sanguíneo, para detectar algún grado de daño renal o, gracias al antígeno prostático específico, la posible presencia de cáncer en la próstata, el cual es un cáncer de crecimiento lento, y detectado a tiempo, tiene un gran porcentaje de curación.

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