¿Qué es?

Aunque en términos médicos una úlcera es cualquier llaga poco profunda producida por la destrucción de la piel o la membrana mucosa, cuando hablamos coloquialmente de úlceras nos referimos a aquellas que afectan al aparato digestivo, es decir, las úlceras gastrointestinales, que consisten en una inflamación y corrosión del tejido debida a la acción del ácido clorhídrico. Si pensamos que aproximadamente el 10% de la población experimenta una úlcera en algún momento de su vida, nos daremos cuenta del gran alcance que tiene esta afección. Las úlceras duodenales son las más comunes y afectan al primer tramo del intestino delgado. Tienden a cicatrizar más rápidamente que las úlceras gástricas, que son las que se localizan en el estómago.

Causas

En la aparición de las úlceras están implicados múltiples factores. En el 80% de los casos podemos hablar de una infección bacteriana producida por un microorganismo con forma de espiral llamado Helicobacter pylori. Pero también hay un factor fisiológico: las úlceras gástricas pueden estar producidas por una mucosa hipersensible al ácido que ella misma segrega , es decir, un estómago cuyo revestimiento celular es poco resistente, fácilmente erosionable por el ácido. Y las úlceras duodenales pueden estar causadas por un estómago que segrega ácido en exceso, que al vaciarse posteriormente en el intestino daña sus paredes.

Se habla también de un componente hereditario, es decir, que si en nuestra familia hay antecedentes de esta enfermedad tenemos más posibilidades de padecerla. Otros factores de riesgo son fumar, beber mucho alcohol, tomar medicamentos antiinflamatorios no esteroideos como la aspirina o el ibuprofeno, tener una gastritis crónica o padecer estrés.

Síntomas y tratamiento

El síntoma más frecuente de una úlcera es un dolor abdominal profundo que suele aparecer dos o tres horas después de comer, que empeora por no comer y que puede manifestarse también durante la noche cuando el estómago está vacío.  Se alivia un poco al beber leche o tomar antiácidos. En algunos casos va y viene intermitentemente durante varios días o semanas. También se puede sentir pérdida de apetito, nauseas, vómitos, hinchazón, indigestión, pérdida de peso y fatiga. En algunos casos no obstante los síntomas pueden ser muy ligeros.

Los síntomas preocupantes, indicativos de que la úlcera presenta alguna complicación, son la aparición de un dolor estomacal persistente, repentino y muy agudo y la aparición de sangre en los vómitos o en las heces.

Una úlcera puede necesitar intervención quirúrgica si no cicatriza, si es reiterativa o si se presentan complicaciones. Estas pueden ser:

Perforación de la pared del estómago o intestino: la comida y las bacterias pasan entonces  a la cavidad peritoneal causando una infección aguda, peritonitis.

Hemorragia: la úlcera llega a corroer un vaso sanguíneo importante haciendo que sangre sin parar.

Obstrucción: la úlcera bloquea el paso de la comida hacia el intestino, debido a los espasmos y la inflamación de esa área. En este caso la persona sufre nauseas y vómitos continuados.

El tratamiento de una úlcera provocada por Helicobacter pylori requiere varios antibióticos. Además de estos, las úlceras se tratan de dos maneras distintas: con antiácidos, que lo que hacen es inhibir la secreción de ácido por parte del estómago, y con medicamentos protectores de la mucosa gastrointestinal –generalmente con bismuto como ingrediente principal- que forman una capa protectora contra el ácido.

Prevención

Las medidas más importantes para evitar la aparición de una úlcera o impedir que empeore son:

No fumar, no beber alcohol, no tomar aspirinas ni otros medicamentos antiinflamatorios no esteroideos.

No tomar té, café ni bebidas que contengan cafeína.

Evitar las comidas que nos sientan mal.

Tomar comidas ligeras pero con mayor frecuencia.

Evitar situaciones de estrés.

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