Pocos podían sospechar que la caída del mundo clásico iba a precipitar a la cuenca del Mediterráneo en un periodo medieval que llegó a durar mil años. Sin embargo, cuando el emperador Justiniano prohibió las escuelas de filosofía en Bizancio, los filósofos griegos llevaron el conocimiento que había alumbrado el mundo grecolatino hacia otros lugares. Sus semillas pronto fertilizarían otras tierras y otras conciencias, conformando nuevos núcleos del saber. Y el mundo árabe, que precisaba fundamentar su credo con la solidez de los filósofos clásicos, supo aventar hacia occidente las ideas antiguas, creando a la postre el esplendor de Al-Ándalus. Ese crisol de culturas rescató las verdades antiguas para sembrarlas en un futuro renacer.
Charla ofrecida por Nueva Acrópolis en colaboración con Ítaca Espacio Cultural.